miércoles, 11 de febrero de 2009

Buenas noches.

Me instalé durante una semana en un hotel dos estrellas llamado El Anfitrión. La crisis económica también machacaba en esa región y El Anfitrión, como muchas víctimas de la hostelería, había caído en desesperados recortes presupuestarios que lo llevaron a desagradables medidas como el saltearse la higiene de las sábanas. Mi propia conducta onanista era prueba suficiente para demostrar que la cama conservaba residuos de días anteriores.
Durante las primeras noches sufrí una molestia física que no me permitía dormir. Un ardor, un leve picor, un hormigueo, un aleteo nervioso, sacudía mi bíceps derecho. Contrariamente a mi buen manejo con la diestra, todos mis intentos se vieron frustrados frente a esta nueva excusa para interrumpir el sueño.
El regreso del insomnio condújome a la acostumbrada chicana que corta la línea recta de mis pensamientos de amanuense. Mientras desempeño mi adorada vocación de subordinado, soy incapaz de tomar decisiones. A pesar de lograr cierta perfección en mis tareas, siempre habrá una mano de ventrílocuo que maniobre mi tosco amaneramiento.
Para quien no quiere ser responsable ni siquiera de sus primarias sentencias, retomar el gobierno del diario accionar es un ardor de lengua peor al de quemarse con comida.
Pero ahí estuviste, mi querido Benito, apaciguándome en la tontería, domando mi estúpido salvajismo, señalándome las tentadoras puertas del camino incorrecto y, oh! guía inmortal, acompañándome hacia las caricias del sueño infernal.


2 comentarios:

EmmaPeel dijo...

Cómo me perdí de esta joia???


largo el viaje, victre

a dijo...

yo me la habia perdido!!
te vas a suicidar finalmente?
hoy tengo un martes muy asi, la decision seria mas que correcta.
me atan un par de deudas que em quiero cobrar, las otra slas pagara el diablo.

Cariños
A