Taller: primer trabajo enviado por alumno desde NYC (imagine that!)

Estoy vendiendo planchas en un glamourosa casa productora de propagandas en el SoHo neoshorkino. Todos son gente linda, multiétnicos, fashionistas vestidos de forma cuidadosamente descuidada, con vanguardistas cortes de pelo estudiadamente despeinados.Voy al ñoba subrepticiamemente. Los baños son unisex e individuales. Hay cuatro baños de dos x dos, más o menos, y el que llega llega. Me meto en uno de ellos. Cierro la tapuer. Me cercioro de que la traba de la puerta es confiable. Procedo a sentarme y soltar un kilo y medio de estiércol, con bastante gas. Ocho o diez minutos me lleva el trámite. Sospecho tremenda baranda (por alguna razón uno no la siente del todo cuando uno es el generador de la missssssssma). Me limpio el ojete con dedicación casi obsesiva (estos shankis no conocen el bidet). Corro el pestisho de la puerta. Abro sigilosamente. Una fila de cuatro minas onda Sex and the city esperando para entrar aliviar sus vejigas me mira. Bajo la cabeza. Evito al eye contact. Derrotado paso frente a ellas. Esa caminata de cinco metros fue como ir a Luján. En cámara lenta. Mi visión periférica me indica que la primera mina de la fila se dispone a encarar hacia el baño disponible pero dubita y da un imperceptible paso en falso. Sus cinco sentidos le gritan que no lo haga. Para ese entonces yo ya escapé cobardemente de escarnio y la humilación