Barrial

Hubo que seguir adelante.
Monstruosa convivencia, la vida junto a un nuevo Benito Piedra Buena fue aberrante calvario lleno de odios y miserias.
La pérdida de Lito deformó nuestro camino y La Flojita de Gatillo navegó en una cloaca de hedionda existencia.
Siéntome víctima de un engaño, una enorme mentira que se ha cobrado una pequeña vida.
Tocamos tierra días después de haber avistado el primer faro.
Rodeamos el peninsular viejo mundo y anclamos en tierra gala.
Aún desconozco porqué evitamos contacto con la madre patria.
"No piso tierra sucia", dijo mi capitán con apatía y descreimiento.
Pasamos las tardes esquivándonos las miradas como dos verdaderos culosucios.
De poco nos sirve la angustia en pleno baile, en vano será sostenerse en la tristeza teniendo en las narices un gran interrogante.
¿Qué puede hacerse frente al oscuro mirar de la incertidumbre?
¿Dónde encontrar incentivo cuando el barro se seca detrás de los ojos?
Y una tarde saltamos de nuestras literas como sorprendidos por un animal impulso. Lavamos zonas fétidas, nos calzamos nuestras mejores ropas y salimos impulsados de la nave con fuerza subnormal.
"No se usted pero yo, si no me fumo uno, tomo un trago fuerte y me echo un polvo, mañana mismo me mato", eructó mi capitán mientras se escupía las manos para domar su raya al costado.