Tuerca

Las piezas desarmáronse en la desilusión. El universo se compuso de entes aislados fuera de tiempo, forma y sustancia. La Flojita de Gatillo fue un desparramo de maderas, hierros y demás elementos en otoñal caída libre. Sólo Daurade contenía el alud de uniones, armonías, cúmulos, catervas.
Párvulo traidor del oficio, mamé de la teta de la añoranza y, atragantado en el recuerdo, vomité un todojunto de lágrimas, bilis y desesperanza.
El capitán Piedra Buena, ingeniero en emociones, se acercó como tantas veces a sopapearme en la oscuridad. Llevaba en su diestra un viejo y oxidado bulón que enrojecía tras la braza de su cigarro.
-Alguna vez sufrí por penas de amor. Alguna vez sulfuré ante la distancia de la carne. Y este cacho de fierro supo darme la respuesta. Hágame caso. Pajéese todo lo que pueda. Acogote la gallina hasta que sangren sus ojos. Le aseguro que recuperará el sueño, la calma y las fuerzas para seguir adelante. El método es infalible. Mejor lo dejo solo.
Mi obediente y servil naturaleza respondió a consejo e instinto y, luego de sudorosa faena, viajé en lácteo ensoñamiento.