martes, 30 de mayo de 2017

Meseta emocional fulera post amor

El amor se dio re suave charlando en bar con velas en la mesa, Massive Attack de fondo.
Nos contamos nuestras vidas editadas. De donde veníamos, amores incendiados, pasiones sin salida, odios familiares, triunfos laborales sobre la hora, dar todo y recibir en dosis homeopáticas. Viajes, errores, victorias, dolores, muertes de piezas claves. Beso urgente con miedo. Garche re fin del mundo sin forro.
Entender que valía la pena construir. Me hablo de la música y las películas que la modificaron. Comentamos libros, pintores y series. Nos gustaba el punk, el soul, el jazz. Amábamos el mar, Tokyo y apostar a un futuro en el espacio. Autores rusos ,vampiros, y apostar sin lógica a derrotas seguras. Derrotas románticas, civilizaciones en coma. Letras fundamentales de los Clash y María Marta Serra Lima. Toda esa bosta de la poesía cruel de no pensar más en uno.
Al principio vivimos en casa. Meses después nos mudamos a nuestro Idaho personal.
Bebíamos, cogiaamos, nos medicábamos, nos mimábamos. Viajes, hongos, trios, siempre Cash y Marvin Gaye de fondo. Levantarse con la conciencia limpia. Mirarnos a los ojos. sabiendo que el desierto estaba ahí morfandose las horas.
Jugar a la sobriedad, a comer sano. A ignorar por conveniencia nuestras miradas vacías, secas. Miradas muertas que fingían entusiasmo.
Llego la época de cartearse, de medicación solitaria. Desayunos zombies con frutas tropicales para camuflar horas kamikazes que intentaban garcharse sin forro al tiempo que nos gritaba que la felicidad venía con fecha de vencimiento.
Íbamos a museos y salíamos a comer con amigos.
Yo pasaba tiempo solo en el baño tomando líneas, pastillas y duchas eternas.
Vos hablabas con ese macho del pasado que te había re cagado, pero te cogia como nadie.
Discos de Cher para evitar ver que los caminos se abrían.
Volví a beber. Deje de dormir. Te miraba dormir deseando que no te despiertes.
El juego de las lagrimas. Y el tic tac de la bomba que nos arrasaría siempre sonando de fondo.
Violencia, odio, bronca. El dolor de pisar de nuevo las minas que siempre estuvieron enterradas.
Eso.