lunes, 9 de agosto de 2010

Epistolario de Rúben y María del Carmen.

Apóstoles, 2 de agosto de 195.

Adorada bestia charrúa.

Únicamente los quesos mejoran frente al descuido. Todo lo demás, Rúben de mi alma, perece, cae y vuelve a ser la caca fértil que alguna vez fue.
Hoy le tengo un poquito bronca. Y no es la distancia lo que me pone diabla y malita.
Cada mañana busco el modo de embellecerme para usted. Hago gimnasia, cabalgo, busco flores en el monte, estudio arte, idiomas y confección, rezo por su bienestar y muchísimas cosas más, todas enfocadas en esos brazos de roble con los que sueño alguna vez vendrán a asfixiarme en un abrazo.
¿Y usted? ¿Qué es lo que deja ver a cambio? ¿O se cree que todos esos peluches me satisfacen durante las noches en que me deshidrato de amor?
No me crea una niña llorona con todo esto que le suelto. Puedo y tengo el tiempo para pensar. La facilidad con la que analizo la miseria ajena pone en evidencia, no solo una polarizada capacidad de análisis, sino también el casi infantil juego frente al espejo en el que mi instintiva evasión, necesidad ya ubicada dentro de las básicas, me regala una ciega autocrítica en tercera persona.
Pero en este momento, tobiano de mis sueños, lo quiero aquí, a mi lado, con la cincha firme y el verijero sensible al taconeo.

Toda suya.
María del Carmen.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

con semejante carta, se le baja a cualquiera....

FAN dijo...

amamos las cartas

la niña rata dijo...

una mujer de las de antes en su punto justo. mamá.

Anónimo dijo...

escucharon que si en lugar de "marito" dijera "padrone" rimaría mejor?