sábado, 2 de mayo de 2015

Benito Piedrabuena; capitan


La Flojita recorre los mares del mundo. Una tripulación de dos.
Benito Piedrabuena el eterno capitán y Víctor Vigor marinero experto en danzas cosacas.
No persiguen ballenas blancas, no buscan tesoros piratas. Acompañan las olas, el viento los guia.
Pescan y beben ron. A veces se guían por estrellas muertas hace millones de años pero que aun iluminan.
Discípulo y maestro: cada tanto intercambian roles. Pero no mucho mas.
Una noche Víctor sueña con dos mujeres jóvenes, Tienen cuernos y entre las dos amamantan a un bebe ensangrentado. Sueña con la bandera turca tambien.
Se despierta y sale a cubierta, Piedrabuena esta ahí. Desvelados.
Benito sabe que no le queda mucho tiempo. Fuma y tose.
Hablan de viejos viajes, de peces gigantes, de submarinos abandonados. De hombres que construyeron imperios que luego los devoraron. De familias unidas que se han terminado matando por guiones tragicos escritos mucho tiempo antes que los planetas mas lejanos.
Ya no buscaban respuestas, ni preguntas; solo recordaban nombres, fechas, lugares y muertos.
El mar siempre marcaba el ritmo de estas charlas.
Estos hombres habían salido con vida de tormentas imposibles. De olas gigantes. De rayos y relámpagos.
Barcos en bahías. Con hombres impacientes por bajar a un bar. El espíritu Maracaibo.
Espolones, atolones, acantilados, tifones, mares calmos, aguas oscuras, aguas trasparentes.
Peces de colores, peces agresivos, peces en grupos, peces solos. Calamares gigantes. Pájaros, gaviotas, pelícanos, albatros.
El olor de la madera del barco siempre estaba ahí.
Que los movía? El movimiento en si.
Todas las mañanas la vida empezaba de nuevo. Olores, colores y contrastes.
Entendían de viejos dioses vikingos y de sirenas imperfectas.
Navegar. Flotar. Volar. Llegar. Huir.
Una lógica impuesta por el agua y la sal-
La vida que los alimentaba, también los devoraba.
El silencio como mantra de una felicidad tacita.

To be continued

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