El plan secreto para frenar a Messi x @adelfaisnotdead

Finalmente arrancó el Mundial y es todo un eterno déjà vu. El futbolero promedio ve invadida su paz por una horda de intrusos que no hacen más que ponerlo incómodo. El “hincha mundialista” que no te miró un partido en 4 años y de golpe y porrazo, como converso en la política, quiere salir a demostrar que es el más futbolero de todos. Publicidades de mierda que mezclan menottismo, bilardismo y chauvinismo. Famosos impostando fanatismo de crealina. Vuelven los gorros arlequines, pelucas, cornetas de plástico y caras pintadas y uno se pregunta por qué, una vuelta más al pedo que Queen con Paul Rodgers. El clásico comentario pelotudo de lo fachero que es tal o cual. Un puercoespín que adivina resultados. Perder en el prode con un tipo que no sabe ni cómo es la raqueta con la que se juega al fútbol. La nota de color al que va al supermercado durante los partidos de argentinos. Giordano en las tribunas.  200.000 periodistas que creen que ellos son los protagonistas. 200.000 periodistas que no hablan de fútbol sino que prefieren burlarse en otro idioma de coreanos, iraníes o contra quién mierda tengamos que jugar. 200.000 periodistas que se quejan de todo. Le ponen lonas a los entrenamientos: queja. Un jugador no les contestó haciéndoles una reverencia: queja. Llueve: queja. Hace calor: queja. Un mes rascándote la chota en otro país donde tirás un culo y florece mientras comés sangüichitos de miga y todavía te quedan ganas de quejarte. Menos mal que hay una pelota rodando.

Pero pese a haber mandado 200.000 periodistas al mundial y cientos de cámaras que registran todo,  ninguno hizo referencia a lo que voy a contar. Pese a esta ola de honestismo que circuló por las redes sociales después del partido inaugural, todo futbolero de ley sabe que en pos de superar al rival vale todo. No hablo sólo de cábalas. Dejar crecido el pasto. Empapar el campo de juego para que el rapidito del rival no pueda sacar tanta diferencia. Bombeos arbitrales. Lo que venga. No nos vamos a andar rasgando las vestiduras ahora por el bidón de Bilardo. En los colegios debería izarse un bidón en lugar de la bandera. Después de todo, Belgrano no nos llevó a ninguna final del mundo y que yo sepa no le atajó un penal a nadie. Pero bueno, cuando el que te duerme es el rival ahí uno pela la ética. Pero yo no quiero ser un boludo más llorando por los rincones que lo cagaron. No quiero ser el boludo y tengo que contar lo que me enteré antes de que nos caguen. Quiero ser parte de la fábula, esa de “El cagador, cagado”. Los nigerianos tienen un plan para frenar a Messi y sacarlo del Mundial. 

La fuente es de confianza. Me lo dijo un tachero. Los juglares de esta era. El otro día andaba apurado por Avenida de Mayo, pleno Microcentro y me tomo uno sin mirar. Me buscó charla de movida a pesar de que estaba en un día de mierda. Canoso, con bigote y voz aguardentosa. Me dijo: “Pibe, nos están durmiendo. Esos negros nos están durmiendo”. “Ah, ¿sí?” contesté como un boludo y le dí pie. Para qué… pocas cosas motivan más a un tachero que narrarle una conspiración a un pasajero haciéndole resaltar, en todo momento, que es un reverendo pelotudo por no saberlo. Tal vez contar que se garcharon a una vedette antes de que fuera famosa. Alguna vez uno me contó muy suelto de cuerpo que Michael Jackson seguía vivo en San Telmo y había simulado su muerte porque debía una banda de impuestos. Me contó que los negros manteros y vendedores de bijou no vienen acá a laburar sino a hacer espionaje. “Si te fijás aparecieron recién hace 4 años, justo que tenían que jugar también contra nosotros”. Me pareció medio fruta pero no me iba a poner a discutir.

Parece que los nigerianos descubrieron que en el laboratorio donde le metieron la pichicata para el crecimiento a Messi, también se había hecho una colonoscopia Superman, entonces se le mezclaron células de los dos. Por eso Messi, con la capacidad neuronal de una ameba, es capaz de hacer los goles que hace. Es un alienígena. ¿Cómo frenarlo? Lex Luthor no quiso saber nada con ser técnico de Nigeria. Prefería quedarse en su yate aspirando merca de la panza de unas putas dominicanas como un buen millonario y en sus ratos libres, ahí sí, poner en vilo al mundo por una amenaza con ojivas nucleares. Entonces recurrieron a su know how. Siendo maestros en el arte del hacinamiento en talleres clandestinos y la esclavitud, destinaron todos sus esfuerzos como país en diseñar el arma para contrarrestar las células supermanianas de Messi. La educación, la salud y la alimentación diaria podían esperar. Aprovechando el color verde de su camiseta, diseñaron 23 camisetas de kriptonita. Sí, pibe: kriptonita. La encontraron a precio de saldo en un bazar de Laos. Y vas a ver que los negros le van a ganar cada cruce, cada choque, no va a poder gambetear a ninguno. Es más no sé si no se va a morir. Lo mejor que le puede pasar al pibe es morirse. Sabés si no lo que va a ser. Lo van a matar. Que es un traidor, que es un hijo de puta, que la mujer le mete las guampas, que se culea centauros menores de edad. Me sonó creíble. Si fuera Sabella lo pongo a Lavezzi que resiste cualquier sustancia. Ma’ sí, yo me como la vianda. Que se caguen todos, metanse los LED en el orto, yo voy a estar haciendo explotar cajas de jugo para sentirme un terrorista.  Pero no digas que no te avisé.

Le pagué con 50 mangos y le pedí que redondeara para arriba. Me bajé del taxi mareado por tanta información, intentando buscar un bar donde ahogar tamaña información o para pensar cómo hacerla guita. Antes de cerrar la puerta, me frenó con su mirada circunspecta. Se guardó la última bala para el final. “Recordá, pibe, Gago es Luisa Lane”.