Cuaderno de bitácora III.

Tarde advertimos el cambio de viento y esta demora transformó mi semblante en algo parecido a un cadáver que yace días flotando en las aguas.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde el último rayo de sol, cuándo acabó la calma atmosférica?
Pude tantear el marítimo espejismo, advertir la llegada de los días oscuros pero, cegado por los verdes y celestes que vendaron mis ojos durante las tardes de planicie mental, hoy la pavura zamarréame y tira de las orejas anunciando un familiar escarmiento.
Piedra Buena descansa en su litera más de lo acostumbrado; parece invernar con pautado método de mamífero que aguarda el calor para saciar el hambre. "Don nadie, bienvenido al mundo de la navegación, la cosa está cambiando y, por lo que se puede ver en su cara, voy a cargar con un perro y una nena asustada", espetó Benito clausurando toda posibilidad de respuesta con un sonoro flato mezclado con risita infantil.
Desde la distancia, Lito es un cuervo fantasmal, una minúscula veleta que apunta hacia un norte de visceral y angustiante inexistencia.
Excremento en retrete moderno, La Flojita de Gatillo lucha contra esa fuerza centrífuga en la que alguna vez estuvo: el pozo ciego de ser y sentirse la nada.